Cuando se entrelazan lo humano y lo divino

"Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo"

Historia de la parroquia

La historia de la parroquia de San Francisco Javier es la de miles de personas que han formado y forman parte de la comunidad cristiana de San Javier.

320 años de parroquia

El Templo de San Francisco Javier constituye una ventana abierta a la historia de la Villa de San Javier, desde que fuera ermita levantada entre 1619 y 1922, años en los que San Francisco Javier estaba siendo canonizado. Pero no sería hasta el 4 de septiembre de 1698 cuando otro obispo, D. Francisco Fernández de Angulo, firmaría la constitución de la nueva comunidad parroquial de San Javier, a la que quedarían vinculadas las feligresías de las ermitas de Roda, Tarquinales, Grajuela, Calavera y San Pedro del Pinatar.

Una serie de donaciones iniciales de terrenos, desde marzo de 1699, para la financiación de la nueva parroquia ligaría definitivamente la construcción y mantenimiento del edificio, con el origen y crecimiento urbano de San Javier hasta bien entrado el siglo XX. 

El templo

Su planta, aunque modificada tras los acontecimientos de la Guerra Civil, corresponde hoy al modelo basilical de tres naves, transepto y crucero cubierto con cúpula sobre pechinas decoradas con el tetramorfos, pinturas del artista lorquino Manuel Muñoz Barberán, pertenecientes a su etapa de juventud. En el crucero destaca también el púlpito de madera tallada con los bustos de los cuatro evangelistas y el de Cristo en el centro, una de las primeras obras que el escultor y tallista murciano Antonio Carrión Valverde realizó en la década de los años 40 del pasado siglo.

Al exterior, la fachada es resultado de numerosas restauraciones y del rápido cerramiento de la iglesia en el siglo XIX con diversos elementos eclécticos desde el rosetón central y el gablete que corona la portada de acceso, de claro recuerdo neogótico, hasta la estructura general neoclásica, arquitrabada y ordenada a base de molduras y pilastras adosadas de la fachada. Su elemento más destacado es la torre campanario de cuatro cuerpos, cuyo remate originariamente fue una cúpula, más tarde cegada al interior. Merece ser visitada ya que nos permite conocer los diferentes sistemas constructivos de cerramiento de los muros, así como el coro, donde se exponen algunas piezas pertenecientes a la Asociación de Belenistas de San Javier, de gran tradición en el municipio.

Inmediatamente después del final de la guerra, regresa como párroco de San Javier Don Joaquín Carrión Valverde, quien según queda recogido en los registros de párrocos realizado por Miguel Gallego (Gallego Zapata, 1998, 42), entre 1913 y 1968 será cura párroco. Así, durante los años siguientes, dirigirá las obras de recuperación del templo al que llamará a trabajar a jóvenes artistas murcianos que llegarán a ser a lo largo de sus carreras, además de grandes creadores, protagonistas de la recuperación del patrimonio de la provincia, ya sea mediante restauraciones de obras anteriores o mediante nuevas obras que vendrán a sustituir las perdidas. De cultura nada común, será nombrado prelado doméstico de Su Santidad, y apoyado en la sensibilidad de su hermano, el artista Antonio Carrión Valverde, Joaquín liderará la restauración del edificio que quedará desprovisto de elementos superfluos y decoración exuberante como demuestra la alineación de sus exteriores al eliminar las capillas barrocas que sobresalían al exterior, pero mantendrá en la medida de la situación económica y social, la imagen del edificio original gracias a una planificación restauradora continua avalada por la familia Maestre quienes continuarán su papel como mecenas del encargo artístico ideado por D. Joaquín hasta la década de 1960.

Pastores que han cuidado nuestra parroquia

Párrocos

D. JOAQUÍN CARRIÓN VALVERDE

1936 – 1967

D. ANTONIO LÓPEZ MARTÍNEZ

1967 – 1994

D. JOSÉ MARÍA HIDALGO JIMÉNEZ

1994 – 2001

D. josé León León

2001 – 2016

D. ANTONIO José Palazón

2016 – 2017

D. Juan Prieto Solana

Desde 2017

El arte en la parroquia

Obras destacadas

Imagen del Sagrado Corazón de Jesús, escultura que es obra tardía de Antonio Carrión Valverde, realizada por encargo de los comitentes del retablo mayor.

En la segunda nave del lado derecho, el retablo de las Ánimas acoge una de las piezas más valiosas del conjunto: un crucificado anónimo datado entre finales del siglo XVI y principios del XVII, impronta de la escuela de Jerónimo Quijano. Se trata de una figura de madera policromada, de 140 cm, de tres clavos y con la cabeza inclinada a la derecha.

La imagen de la Inmaculada es una talla de una joven de gran dulzura y suavidad en los rasgos. Se alza sobre un pedestal de nubes con tres cabezas de ángeles y la serpiente, que representa al diablo. Está ataviada con una túnica dorada, adornada con motivos vegetales, de estilizados pliegues verticales, que contrastan con el movimiento envolvente de un manto de un azul intenso. Las manos, entrecruzadas sobre el pecho, denotan una gran delicadeza técnica.

el templo parroquial

Retablo mayor

El retablo mayor es obra de Antonio Carrión Valverde, cuyo programa iconográfico dedicado a la fe, sustituyó al retablo barroco destruido en la Guerra Civil, que procedía de la iglesia de los religiosos agustinos de Cartagena y estaba adornado con símbolos relativos a la orden.

El retablo actual fue inaugurado el 29 de noviembre de 1953. Su aparente incoherencia iconográfica se debe a la solicitud de los comitentes, D. Tomás Maestre y su esposa Dª Carmen Ballester, quienes pidieron al artista que apareciesen en el retablo las advocaciones referentes a los nombres de su familia: La Visitación que corona el conjunto en honor a la madre del donante; San Miguel Arcángel (abuelo del donante) como, defensor de la fe, ataviado como Príncipe de los ejércitos celestiales, guardia de la Iglesia y defensor de las almas; el guerrero espiritual que defiende a la humanidad en contra del mal, representado a sus pies. y Santo Tomás (nombre del donante), el Apóstol de la fe. De nuevo la fe en la figura de Tomás que, estando ausente, se negó a creer en la resurrección de Jesús. El origen del retablo fue el Manifestador o tabernáculo en forma de templete sostenido por columnas barrocas y coronado por una pequeña imagen de la fe. Cerrado por una tabla móvil, con la imagen de Cristo en la última cena, que nos recuerda la amplia influencia de la pintura del siglo XVI en este artista murciano.

Capillas laterales

También de Carrión son los retablos situados en los brazos del transepto, dedicados a la Virgen del Carmen encargado al escultor por Tomás Maestre Zapata y por su esposa Carmen Ballester Fernández. La Virgen, vestida con la túnica marrón oscuro y  la capa blanca de la orden carmelita mira al frente, a pesar de que entre sus brazos sostiene la figura del Niño. En el lado opuesto el retablo de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que alberga la imagen de vestir de finales del siglo XVIII, salvada del incendio y restaurada por los escultores Carrión y Mariano Ruíz de Ibernón.  El San Francisco de Asís de madera tallada, estofada y policromada, fue donado por Doña Francisca Maestre Zapata y en el lado opuesto, ocupando la antigua capilla de la Dolorosa de Francisco Salzillo, desaparecida en el incendio del templo, está hoy un San Juan Evangelista. El retablo de la Purísima es obra del escultor albaceteño Clemente Cantos para albergar la Inmaculada que fue donada en el siglo XX al templo por el marqués de Villalba de los Llanos. 

Estos retablos fueron realizados por Carrión Valverde para enriquecer las hornacinas que quedaron vacías tras el incendio del templo y a las que fueron regresando algunas de las valiosas esculturas que decoraban el templo desde el siglo XVIII, aunque otras muchas pinturas y esculturas no volvieron, como ocurrió con el bello conjunto de San Joaquín y la Virgen Niña, uno de los primeros grupos escultóricos que realizara para esta iglesia en 1929 el escultor murciano Antonio Carrión Valverde y que fue destruido en guerra.

Se completa la iglesia con las tres capillas laterales decoradas con retablos contemporáneos dedicados a San José (imagen del siglo XVIII de madera tallada estofada y policromada que porta un bello niño Jesús anterior a la escultura) y el retablo del Sagrado Corazón de Jesús. Sólo el de San Antonio de Padua, que se encuentra dentro de una hornacina, y cuya advocación ya existía en el templo, aunque esta imagen, del siglo XVIII, fue donada a la iglesia por la familia Maestre. 

Destaca también, en la capilla de la penitencia, un cuadro relicario formado por un pequeño cuadro con la imagen de la Virgen de la Cueva Santa (1792) situado en el centro de un lienzo obra del pintor valenciano Joaquín Campos López. Según afirma Baquero Almansa, este pintor ya estuvo vinculado a esta devoción pues en 1773, es decir casi 20 años antes, se encontraba trabajando en Castellón en el Monasterio de la Cartuja de Vall de Crist. Francisco Candel Crespo investigó la historia que ha permitido que hoy esta obra pictórica se exponga en el templo, gracias a la donación de la familia Meroño quien, al adquirir la Finca de los Marqueses de Torre-Octavio en Pozo Aledo, donó el cuadro que decoraba el oratorio privado de la familia Vinader como demuestran los Santos que aparecen representados en él: San Francisco Javier y San José a la derecha de la Virgen y San Antonio y Santa Gertrudis la Magna a la izquierda.

Finalmente, a los pies del templo se ubica la capilla del Bautismo decorada con un cuadro del Bautismo de Cristo, obra del pintor cartagenero Antonio San Nicolás Vives cuando tenía dieciocho años por encargo de Don Joaquín y muy vinculado a la parroquia a través de su hermano, José San Nicolás; y la cancela con escenas de la vida de Cristo, con altos y medios relieves del escultor murciano Antonio García Mengual.

Video visita

Recorre el templo parroquial en una visita privada de forma virtual, a vista de dron.

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